Parece salida de Instagram, que es como decir que es una mujer normal y corriente reproduciendo las lecciones aprendidas del mercado, una que ha evolucionado hasta convertirse en un ideal. El proceso requiere máxima obediencia por parte de la mujer en cuestión, así como también —en un nivel ideal— un entusiasmo genuino. Ella está de verdad interesada en todo lo que el mercado le exige (tener buen aspecto, dar la impresión de poder ser indefinidamente joven, disponer de habilidades avanzadas en lo que a proyectarse y controlar su imagen se refiere). También está interesada en todo lo que el mercado pueda ofrecerle: las herramientas que le permitan parecer más atractiva o presentable en todo momento, o bien sacar el máximo partido posible de la posición en la que se encuentra. La mujer ideal, en otras palabras, siempre optimiza sus recursos. Se aprovecha de la tecnología, tanto para difundir su imagen como para mejorarla de manera meticulosa. Su peinado parece caro. Gasta muchísimo dinero
(...)
En los últimos tiempos, la mujer ideal de Instagram ha empezado a irritarse, aunque solo un poco, contra las estructuras que la rodean. Declararse anti-Instagram es ahora una parte predecible del ciclo vital de la modelo / influencer en las redes sociales: una guapa joven que lo pasa mal para mantener y representar su propia belleza frente a un público que, al final, escribe un post en Instagram dando a entender que Instagram se ha convertido en un pozo sin fondo de inseguridad y ansiedad personales. Se toma un descanso de una semana de la red social y después, casi siempre, regresa exactamente al mismo punto en el que lo dejó. La resistencia al sistema se presenta en los términos del propio sistema. Resulta mucho más sencillo, cuando ganamos presencia, adaptarse que oponerse.
Falso espejo (Jia Tolentino)
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