Estela funeraria, encontrado en 1874 en Atenas, en el lecho del río Ilissos.
Un joven desnudo se apoya contra un pilar con las piernas cruzadas. En su mano izquierda sostiene un lagobolon (un palo para arrojar a las liebres), que junto con su perro olfateando el suelo lo caracterizan como un cazador.
Junto a él se encuentra un anciano, acaso su padre que lo mira apesadumbrado. En los agujeros del pelo de las dos figuras se colocaron coronas de metal.
Al pie de la estela, el joven esclavo del difunto se ha quedado medio dormido en las escaleras.
El trabajo plástico de las figuras les dan un aire heroico, suavemente nostálgico (pues sería un bella muerte, la del héroe que muere en la flor de la vida y nunca conocerá los estragos de los años y la vejez)
Curiosamente, la presencia del niño y el anciano es la recreación de las tres edades del hombre y, por ello, del paso del tiempo ante el que solo el poderoso y musculado cuerpo del fallecido es inmune.
Técnicamente, las piernas del muerto son todo un prodigio.
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