BANKSY. UNA MIRADA ÁCIDA (1) SOBRE EL PODER

 

El grafiti es, por esencia, un movimiento crítico, nacido normalmente en los barrios marginales. Sin embargo Banksy ha conseguido, sin perder su función crítica, crear un estilo singular, de fácil comprensión que, a través de la anécdota y el juego de significantes logra lanzar mensajes directos al mismo corazón del sistema.

Veamos alguna de sus estrategias.

En algunas ocasiones juega con imágenes conocidas, como la famosa niña de Vietnam abrasada por el napalm, a las que une dos de los grandes referentes del capitalismo mundial (Mikie Mouse y Ronald McDonald). El choque que se produce es intenso entre el drama de la guerra y la frivolidad absoluta del consumismo sin freno y la banalización de la experiencia.

En otras se trata de un choque cultural, como las viejecitas que tejen jerseys con lemas revolucionarios o Churchill convertido en punky. Es la lucha entre el poder y la anarquía.

El poder y sus coacciones son también muy habituales en sus obras. Tanto el ejército como la policía son criticados constantemente como herramientas de sumisión.

Y a veces se le ponen lazos rosas (blanqueándolos).

 

Se dedican a grafitear las paredes con símbolos anarquistas.

A convertirse en un juego de niños

O a descubrir los mecanismos que hay por encima de ellos y que suelen estar jugando al golf

Entronca así  con la sátira que, desde Hogart o los grabados goyescos, hacen del artista un opinador, una suerte de elemento crítico que rompe los discursos hegemónicos

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