GUERCINO. VENUS, MARTE Y CUPIDO

 

Poco se puede dudar del carácter narrativo y retórico del arte barroco viendo obras como esta de Guercino

Una narrativa que incluirá al espectador, convirtiéndole en un personaje más del cuadro para hablarle de pasiones humanas encarnadas en una mitología (una de las  grandes enseñanzas de Tiziano y los venecianos).

La obra nos habla de las relaciones clandestinas de Venus y Marte ante la ignorancia del marido de la primera, Vulcano. Una ruptura de la norma y las convenciones sociales que sólo se puede explicar por la fuerza insomne del amor, de ese dardo de Cupido que, bajo el gesto de Venus con su mano, también nos apunta a nosotros (¿acaso nunca lo has sentido tú también?, nos dice sin palabras Venus, callándonos la boca ante cualquier crítica que pudiéramos hacer).

Pues el amor es una enfermedad a veces mortal que anula la razón y las normas, como nos recuerda la mirada perdida de Marte que entra impetuosamente en la escena, descorriendo un gran telón que une la realidad con lo ficticio y nos convierte (como ocurre en la Meninas) en personajes de una trama sin fin.

Toda una obra maestra del gesto, la composición y el espacio que influiría en el Velázquez más joven que le visitara en su primer viaje a Italia unos años antes de este cuadro