domingo, 1 de diciembre de 2019

ICONOGRAFÍAS PERSONALES. La rendición de Breda. Velázquez




 Tomado de wikipedia

Además de todos los análisis simbólicos y técnicos que podéis encontrar aquí, la Rendición de Breda tiene otras miradas (quizás más transversales) que podrían iluminarnos toda una época y personales.
Por una parte, ¿quién no recuerda los famosos versos de Quevedo?


Nace en las Indias honrado,

Donde el mundo le acompaña;
Viene a morir en España,
Y es en Génova enterrado.

Curiosamente, un oro que servía para mantener las empresas militares (especialmente en Flandes) y que, cuando se retrasaba o era escaso producía constantes créditos emitidos por banqueros genoveses, ese mismo patriciado urbano al que pertenecía Spinola que, en un rizar el rizo, terminó perdiendo su hacienda en la propia guerra, pertrechando ejércitos.
¡Paradójico siglo de Oro el nuestro!

Aún más si pensamos en la valona que viste el propio Spinola, que muy probablemente fuera holandesa. Una prenda del enemigo que llegaba a España a través de los puertos ingleses o desde Hamburgo (y de nuevo rizando el rizo, hecha de lino, siendo Andalucía uno sus principales productores). Un comercio (erigido sobre nuestra propia sociedad de las apariencias que luchaba contra cualquier sentido común) con el enemigo que engordaba las arcas holandesas para luchar contra los propios tercios.

Y un punto más todavía, un par de  curiosidades que a lo mejor no lo son tanto.
Spinola aparece retratado en dos obras (y en especial en la de Velázquez) en una magna obra concebida por el propio Olivares, el mismo que terminó humillándole y le hizo trasladarse al Milanesado en donde le desposeyó de sus poderes plenipotenciarios, arruinando su gran patrimonio que desde joven deseó "honor y reputación"
Esas mismas palabras que siempre debieron estar en la cabeza de su pintor, Velázquez. El pintor que utilizó sus pinceles para forjarse una carrera de cargos honoríficos (hasta llegar a ser aposentador real y ser nombrado caballero de la orden de Santiago) y que viajó en el mismo barco (en su primer viaje a Italia) en el que Spinola iba hacia su destierro.
Parecería que ambos renegasen de su condición primigénia (mercader Spinola, simple artesano, pues así se consideraba a los pintores, Velázquez), y quisiera romper el férreo marco de la sociedad estamental para ingresar entre los privilegiados a fuerzas de títulos y honores.

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