domingo, 8 de marzo de 2020

Harmonia Rosales o Joel Peter Witkin. Sobre la pluralidad de discursos y verdades



Si algo generó la posmodernidad fue la ruptura de los modelos únicos, estables o univocos.

Frente a ellos se planteó la idea de lo impuro, lo cambiante, lo mestizo o lo puramente inestable.
Esto ha generado excesos (que son, paradójicamente, el caldo de cultivo de los nuevos esencialismos, tanto progresistas como retrógrados) pero también ha permitido comenzar a erosionar los discursos dominantes (blancos, masculinos y occidentales) permitiendo la aparición de otras voces.
Esto es especialmente visible en la cuestión de género en donde la mujer, y con ella todas las variantes de la sexualidad fuera de lo heterosexual masculino, surgen con fuerza.
Ya analizamos aquí el caso de guerrilla Girls, y lo mismo podemos observar en las obras de Harmonia Rosales o Joel Peter Witkin.
En ambas se recurre a uno de los pilares básicos de la posmodernidad, el apropiaciónismo, para hacer jirones el discurso tradicional, con sólo cambiar el género de los personajes.

Este tipo de actuaciones son, en muchas ocasiones, objeto de burla o de escándalo que son en realidad la propia confirmación de su validez.
Queremos decir con esto que cada crítica que reciben este tipo de obra es en sí mismo la intención que tienen estos artistas: poner sobre la mesa el tradicional discurso dominante (que de tan poderoso termina por ser invisible, convertido en pura y única normalidad) y confrontarlo con discursos paralelos (¿Por qué Dios no puede ser mujer? ¿No eran los primeros hombres negros, la famosa teoría de la Eva negra? ¿puede ser la encarnación de la belleza un transexual?)
Esta era la idea: plantear que hay múltiples formas de normalidad, que los relatos y verdades últimas hace tiempo que dejaron de existir (en realidad nunca existieron, tan sólo fueron una construcción ideológica sobre la que sustentar una determinada forma de entender la realidad que, en su fondo, apuntalaba todo un régimen social, político y económico).
En este sentido, se trata de un arte pura y genuinamente político

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