Ya había tratado el tema de la Magdalena Caravaggio insitiendo más en la melancolía que en la pura penitencia, renunciando a las riquezas de este mundo.
Sin embargo lo había hecho de una forma masculina, con un punto de vista alto que sumerge a la figura en un rincón de la habitación, diminuta, vista desde un espectador superior.
Artemisa, sin embargo, empodera a la mujer representándola al mismo nivel y ampliando su figura hasta salir del plano.
Le ha eliminado las riquezas, e incluso cualquier rasgo de arrepentimiento, sacándola del suelo para sentarla en un gran sillón.
Cambia también su postura y recoge la tradición inaugurada por Durero y utilizada por Miguel Ángel de la melancolía.
Le dota, además, de una fuerte sensualidad a la que no quiere renunciar (labios carnoso, cabello suelto, hombro desnudo) pues ¿acaso su melancolía sea por otro motivo que el simple arrepentimiento de su vida anterior? (Sería, de seer cierta toda una revolución en la idea iconográfica de la Magdalena que vimos aquí, entre la penitencia y el erotismo, siempre vista desde la óptica masculina y ahora de pronto humanizada y feminizada)
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