martes, 12 de febrero de 2019

SANTI MARTINA Y LUCA. PIETRO DA CORTONA (1) EL INTERIOR


En esta obra, la primera arquitectura que realiza el artista, hay tal cúmulo de sutiles genialidades que, simplemente por ella ya debería estar en los anales de la arquitectura barroca.
Dedicada a San Lucas, protector del gremio de los artitas, su planta se basa de la que trazara Miguel Ángel para San Lorenzo en Florencia.
Tomada de wikipedia

Se trata de una planta cruciforme griega a la que se ha dotado de un profundo movimiento y unificación barrocos generados por las curvas que cierran la cruz o la que se genera (en forma convexa) en los machones de las esquinas.

Junto a esto se encuentra la verdadera doble piel que generan las columnas (siempre tan presentes en su obra, como vimos en Via Latta o en Santa María della Pace), que más que subordinarlas al muro, rehunden este en un segundo plano que sólo reaparece en breves instantes, como los agobiados nichos que apenas si son capaces de respirar entre las poderosas columnas y pilastras (clara referencia a la Escalera Laurenciana de Miguel Ángel)

Esta profunda tensión llega a su primera culminación en la cornisa que dibuja el complejo y sinuoso alzado generado por columnas y pilastras.
Su doble arquitrabe (otra lección miguelangelesca, esta vez de las Capillas Mediceas) nos hace aún más consciente del concepto dramático de este muro-columna en perpetua tensión.

Sobre él aparece una nueva arquitectura en donde son los nervios los nuevos protagonistas

Mucho más gruesos de lo necesario, y doblados siguiendo las dobles pilastras, comprimen el espacio de los brazos (obsérvese cómo presionan a los lunetos) sin dejar un lugar para el respiro, pues hasta las mismas cuencas absidiales son protagonizadas por nuevos nervios en cuyos espacios se encastran ventanas de fuertes y mixtilíneas molduras.
Ante todo ello, el espacio central cubierto por cúpula se nos vuelve suave e ingrávido, tanto por la luz suavemente filtrada como por los sutiles casetones creados por su alumno Cirro Ferri o los estucos de las pechinas (muy pictoricistas) de Camillo Rusconi












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