viernes, 2 de diciembre de 2011

ALMINARES ALMOHADES. KUTUBIYYA, HASSAN, LA GIRALDA



La Kutubiya al atardecer. Marrakech
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Desde el siglo XI el verdadero poder de Al-Andalus se desplaza hacia el sur fruto de la combinación de tres factores: la debilidad de los reinos de Taifas creados tras la ruptura del califato de Córdoba, el apogeo cristiano de los reinos del norte que generarán una cada vez mayor presión y la aparición de movimiento islámicos rigoristas en la zona interior de Marruecos, en torno al Atlas: los almorávides y los almohades.
En este complejo panorama, y tras la conquista de Toledo por Alfonso VI, unos aterrorizados reinos de taifas piden ayudan a sus correligionarios que ya dominan gran parte del Magreb.
Primero serán los almorávides que infringirán a Alfonso VI una gran derrota en Zalaca (Sagrajas). Tras un dominio y unificación de los reinos de taifas, una nueva oleada procedente de Marruecos volverá a cruzar el estrecho.
Se trata de los almohades, movimiento de rigurosa religiosidad que volverán a parar el avance cristiano en Alarcos y, siguiendo la estrategia almorávide, tendrán como gran capital del norte a Sevilla.
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La Giralda desde el Patio de los Naranjos
El arte almohade parte de dos premisas: una menor decoración, prefiriendo los materiales pobres como el ladrillo y los pilares frente a las columnas, y el manejo de nuevos repertorios arquitectónicos ya propios (mezquitas con plantas en T, con una nave paralela a la quibla, los paños de sebka o redes de rombos, los arcos de cortina con redientes, los arcos de herradura apuntados…), ya de origen oriental (como los mocárabes o estalagmitas de yeso, aunque Oleg Grabar niega su origen iraní y piensa en una creación propia, simultánea a la oriental).
Arco polilobulado entrecruzado, origen del arco de cortina posterior. La Giralda

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Además de las construcciones militares sus grandes obras son los alminares o minaretes de sus tres grandes mezquitas: la Kutubiya (de los libreros) en Marrakech, la Giralda de Sevilla o la torre de Hassan en Rabat.
De las tres sólo la Kutubiya mantiene su aspecto original. Destaca por su enorme altura que se eleva sobre la ciudad, así como su falta de escalonamiento (los modelos anteriores como el de Córdoba, desaparecido, o la de Kairauam, usaban un cierto escalonamiento de volúmenes).


Frente a ellas la Kutubiya se alza sólo en dos cuerpos, con escasos vanos. En ella ya podemos encontrar todos los elementos decorativos típicos del estilo (arcos polilobulados, de cortina, con mocárabes…), así como su forma constructiva (un machón central en torno al que sube una suave rampa). Su parte alta, coronada por un cuerpo más estrecho y cubierto con una bóveda gallonada, nos puede servir para hacernos una idea de cómo estarían coronadas las dos restantes.

Kutubiya

La de Hassan quedó inconclusa y sólo podemos observar la parte baja de su alminar en el que se insiste con mayor intención en la decoración de paños de sebka.

El tercer ejemplo, la Giralda, es una de las más afortunadas combinaciones artísticas de la historia, pues si toda su parte baja corresponde a los almohades, las balconadas y el remate superior de las campanas es renacentista.
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Giralda. Sevilla
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Se trataba del alminar de la gran mezquita de la ciudad, del que sólo resta el patio de los naranjos y una extraordinaria puerta de acceso. El resto fue derribado para construir la catedral mayor de España (realizada en gótico final o flamígero).

Patio de los Naranjos desde la Giralda. Sevilla

Para hacernos una verdadera idea de su forma original deberíamos completarla con la parte alta de la Kutubiya que veíamos anteriormente, con un cuerpo estrecho rematado por cuatro bolas que la tradición quiere de oro en vez del actual Giraldillo, exquisita veleta de rasgos manierista.
Otro de los rasgos exclusivos de esta construcción es el mantenimiento de tradiciones anteriores (como los capiteles trepanados de origen califal, quizás reaprovechados en algunos casos)

Capitel trepanado (agujereado para producir claroscuro) típico de lo califal. La Giralda.
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Y la creación de nuevas formas que luego recogerá la arquitectura nazarí, como los arcos festoneados en su intrados rizados (en la parte interna del arco) visibles en la puerta del patio

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