miércoles, 7 de noviembre de 2018

LA TECHUMBRE DEL CLAUSTRO DE SANTO DOMINGO DE SILOS


Sobre la estructura románica del claustro se realizó una techumbre de madera (alfarje) que se destruyó en el incendio de finales del XIV, realizándose rápidamente otra estructura que es la que hoy conservamos.
Su creación se encuentra vinculada con el amplio desarrollo que tuvo el arte mudéjar en Castilla León (aquí ya vimos la del monasterio de Santa Clara en Salamanca)

Como era habitual en estas techumbres, la de Silos se encuentra decorada con pinturas, tanto geométricas (con arcos polilobulados de influencia islámica, rosetas, escudos, formas vegetales...) como otras figurativas.

En ellas llama la atención la total ausencia de temas religiosos.
Por el contrario, una y otra vez aparecerán escenas galantes, de la vida cotidiana, caza o alegorías a través de animales.
Habitualmente se han puesto en conexión con la literatura profana de la época (“Libro de los gatos”, “Román de Renart”, “Fábulas de Esopo” o el propio Libro del Buen Amor).

Algunas puramente cotidianas, otras jocosas o acaso moralizantes, como el famoso macho cabrío que toca un instrumento, nos hablan de la otra Edad Media alejada de lo puramente religioso. 


Escena de Curiel de los Ajos (Valladolid), íntimamente relacionada con las pinturas de Silos

Una corriente semioculta pero presente que ya vimos desarrollarse en los canecillos eróticos del románico y que tendría una amplia representación en la cultura oral de la época, en sus fiestas, poesías populares, como las presentes en el romancero viejo, y juglares.

Así pues, es frecuente encontrarse estas representaciones en edificaciones civiles, pero mucho más raro en un lugar de espiritualidad como es un claustro.
Técnicamente, las pinturas reflejan los modos (ya un tanto superados en la vanguardia de la época por las formas italianizantes) del gótico lineal que deriva de las maneras góticas aunque con una expresividad y libertad mucho mayores



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